Retratar un bonito momento

A veces sentimos la necesidad de inmortalizar algunos lugares o momentos de nuestra vida, para que quede constancia de que estuvimos en la capital más remota del mundo, o simplemente para recordar cómo era nuestro rostro cuando teníamos 3 años.

Para ello necesitaremos una serie de instrucciones con las que plasmar ese instante de por vida.


En primer lugar, debemos tener posesión de lo imprescindible en todo esto; una máquina de inmortalizar momentos. No es difícil conseguirlas. Las podemos encontrar en tiendas específicas para ellas, que, aunque pueda parecer complejo es más sencillo de lo que imaginamos. Si aún no disponemos del artilugio, la solución más sencilla es pedirla prestada momentáneamente a un familiar o un amigo.

Una vez que tenemos el objeto, lo cogemos con ambas manos. Con cuidado de no dejarlo caer, sobretodo si es nuestra. En caso de que esto ocurra y el aparato sea prestado… con un simple: “Ya estaba así” lo podremos arreglar.

Nos colocamos delante del instante a retratar, esperamos pacientemente que el momento llegue. Esperamos una mirada cómplice entre amigos. Una sonrisa de un niño pequeño. Una divertida caída de uno de tus primos. O el gesto embobado de un abuelo observando a su nieto fantasear… Cualquier cosa vale. Aunque si se está empezando su carrera como inmortalizador de instantes le recomiendo comenzar por lo básico, retratando un jarrón.

Cuando el momento haya llegado, pulsamos un botón. ¿Qué botón? Sencillo, en cada aparato está en un sitio diferente, pero casi todos suelen estar por la parte derecha de arriba.
Muy importante; No esperes al momento de retratar el instante para buscar el botón. Si haces eso, plasmarás la acción siguiente a la deseada.

Una vez que le demos podrán ocurrir dos cosas. Puede que salte una luz cegadora, dejando con una extraña expresión a todos los presentes, o simplemente sonará un suave sonido que nos indicará que el retrato ya está realizado.


Sabiendo hacer la primera, las demás vienen solas. Lo único que habremos de hacer es no perder la costumbre.
Es bonito retratar instantes, y lo mejor es ver después como aquella sonrisa, aquella caída, aquella puesta de sol… quedan para siempre plasmada en un papel.

Texto prescriptivo


Os dejo este ejemplo de texto prescriptivo para que os inspiréis en vuestro trabajo. Recordad que tiene que tener dos partes: meta y programa. Si en la meta, además del título añadís una breve explicación de la meta, mucho mejor. Gracias.

Valores gramaticales de se

·        Partícula de oraciones impersonales (se analiza como marca de impersonalidad).
o       En este caso se es indicador de que el que ejecuta la acción del verbo se desconoce o no se quiere manifestar.
§        En ese hotel se trata muy bien a los clientes.
§        ¡Qué bien se vive sin preocupaciones!

·        Partícula de pasivas reflejas (se analiza como marca de pasiva refleja).
o       Además de la partícula se, llevan sujeto léxico. Estas oraciones tienen significado pasivo pero forma activa; es decir, equivalen a oraciones pasivas con ser.
§        Se venden pisos.
§        Se otorgó el premio a un autor novel.

·        Pronombre personal –variante de le- (con función de complemento indirecto).
o       Se aparece en lugar de le o les cuando el complemento directo del mismo verbo está desempeñado por los pronombres átonos lo, la, los, las.
§        No se lo digas a nadie.
§        Lorca se lo dedicó.

·        Pronombre personal reflexivo (con función de complemento directo o indirecto).
o       Se (al igual que el resto de los pronombres átonos: me, te, nos, os) es pronombre personal reflexivo cuando la persona o cosa que complementa al verbo es la misma que hace de sujeto de la oración. Puede ir acompañado de la forma reflexiva tónica correspondiente (a sí mismo, a sí misma, a sí mismos, a sí mismas).
§        Gabriel se afeitó la barba.
§        Gabriel se afeitó la barba a sí mismo.

·        Pronombre personal recíproco (con función de complemento directo o indirecto).
o       Se (al igual que los pronombres átonos nos, os) es pronombre personal recíproco cuando tiene como referente a dos o más personas que realizan y reciben una acción mutuamente. Puede ir acompañado de refuerzos como mutuamente, recíprocamente, entre sí, el uno al otro.
§        Abel y Ana se escriben correos electrónicos..
§        Abel y Ana se escriben correos electrónicos mutuamente.

·        Dativo concordado (con función de dativo).
o       Se (al igual que el resto de los pronombres átonos: me, te, nos, os) es dativo concordado cuando se refiere al sujeto de la oración y, generalmente, puede eliminarse sin que esta deje de ser gramatical y sin que cambie el significado lógico de la oración.
§        Clara se merendó una palmera de chocolate.
§        Juan se olvidó las llaves en casa.

·        Parte del verbo (se analiza como parte del núcleo del predicado).
o       En algunos casos, se (igual que el resto de pronombres átonos me, te, nos, os) forma parte del verbo. Los verbos que precisan del pronombre se llaman verbos pronominales.
o       Unas veces se trata de verbos pronominales que siempre se conjugan con el pronombre correspondiente (arrepentirse, atreverse, quejarse). En estos casos, si se suprime el pronombre la oración resulta agramatical:
§        Aurora se atreve con todo.

o       Otras veces se trata de verbos que se conjugan con el pronombre solo en alguna de sus acepciones o en alguno de sus usos (acordarse, empeñarse). En este caso, si se suprime el pronombre se produce un cambio de significado:
§        Se acordó de pedirle un favor.
§        Se durmió en clase.

Un nuevo día

Amanece. Un nuevo día. Sonríes. Piensas “Hoy será mejor que ayer”. Hoy todo va a cambiar. Te equivocas. Ves como cuando tus ojos se abren lo primero que ves es oscuridad. Ni siquiera la luna ilumina tu habitación. Ni siquiera se digna a hacerlo. Te sientas sobre el filo de la cama. Con unas ojeras que llegan al suelo. ¿Cómo voy a salir así? ¿Qué pensaran? No me importa. Todo el mundo las tiene. Las tapan debajo de botes y botes de maquillaje. Algunas ni siquiera las ocultan. Yo tampoco lo hago. Para que malgastar un precioso tiempo en tonterías. Eso lo es. Pero ¿Desde cuándo el tiempo es precioso? ¿Desde cuándo el tiempo vale algo para mí? Nunca lo ha hecho. Siempre veo las horas pasar. A veces incluso con ansia. Espero el momento en el que ocurra algo. Impaciente. A veces me pasa. No veo el momento en el que la aguja del reloj se mueva. Dando así comienzo otro segundo. Otro minuto. Otra hora. El tiempo siempre es un problema. No puedes pararlo cuando quieres. Tampoco puedes adelantarlo. El mundo sigue girando a tu alrededor. Sin poder controlarlo. A veces me gustaría. Siempre querría hacerlo. Respiro hondo. Dejando que mis pies toquen el suelo. Por ahora no me duelen. Ya lo harán. El día es largo. Muy largo. Como siempre. Estoy cansada de caminar. Caminar. No me refiero al hecho de mover mis piernas. No me refiero al hecho de moverme de un sitio a otro. La vida. Caminas. Forjas un camino. El que quieres. El que deseas. Pero ¿De verdad eliges tú ese camino? ¿No hay nadie que te empuje a tomar decisiones? Siempre los hay. Alguien que está detrás de ti. Alguien por el que te animas a hacer algo. Creyendo que no repercute en nada. Lo hace. En ese momento has dado otro paso. Un paso sobre tu camino. Ese camino que todo el mundo ve de color de rosa. Yo no lo veo de ese color. Lo veo plagado de rosas. Sí. Flores hermosas con espinas. ¿Acaso no es eso la vida? Un camino en el que siempre lo ves todo hermoso. Maravillo. Al coger la rosa te pinchas. Te clavas sus espinas. ¿Acaso no es eso la vida? Siempre hay algo que te hace equivocarte. Quizás sea aquello tan hermoso que viste en un principio. Ya no es tan bonito. Al pincharte. Al caerte. Al equivocarte. Te das cuenta de que no deberías de haber cogido la rosa tan rápidamente. Deberías de haber pensado como cogerla. Para no clavarte las espinas. Vuelvo a respirar. Esta vez suelto el aire en un angustiado suspiro. Me levanto de la cama. No volveré a sentarme en ella hasta la noche. Me dirijo hacia la ventana. Fuera hace frio. Hecho que hace que maldiga de nuevo tener que salir. Fuera. Las calles están oscuras. Me arreglo. Lo más rápidamente que puedo. No quiero volver a llegar tarde. Hoy es un día nuevo. No llegaré tarde. Me equivoco. Siempre lo hago. Ambas cosas. Equivocarme y llegar tarde. No lo puede evitar. Llámalo defecto. También lo puedes llamar don. El don de la impuntualidad. No me gustan ninguno de los dos conceptos. No es un don, pero tampoco es un defecto así que llamémoslo impuntualidad a secas. Impuntual. Eso soy siempre tranquila. Relajada. ¿Para qué correr? Salgo de la habitación. Vestida. Arreglada. Siguiendo mis gustos. No entiendo a aquellos que intentan ser quienes no son. Cambian su forma de vestir. Su propio carácter para gustar a los demás. Para gustar a todo el mundo. Imposible. Si sigues tus gustos. Si haces lo que realmente quieres. Lo que deseas. Siempre encuentras a alguien con quien compartir esos gustos. Con quien compartir tus problemas. Alguien con quien reír. Alguien con quien ser tú mismo. Siempre lo encuentras. Aunque te sientas sola. Aunque en tu cabeza nada tenga sentido siempre hay personas a tu lado. Ellas te hacen seguir sonriendo. Forjando el camino de la vida. En ellas siempre podrás confiar. Con ellas nunca te sentirás sola. Salgo a la calle. Otoño. Mañanas frías. Tardes cálidas. No aptas para calurosas. Yo lo soy. Sea invierno o verano yo siempre tengo calor. Otra peculiaridad. Ando. A paso rápido para no llegar tarde. Siempre lo hago. Por el camino te cruzas con gente. Mucha gente que se apelotona. Saturando las entradas a los institutos. El camino es largo. Te cruzas con mucha gente. Algunas llevan la cabeza agachada. Personas tímidas. No se atreven a mirar al mundo con la cabeza alta. Ni siquiera se atreven a mirar lo que tienen delante. El simple hecho de tener que hablar a personas desconocidas les aterra. Personas encerradas en sí mismas. Yo no llego al extremo. Pero me considero una persona tímida. Vergonzosa. Otras personas ríen. Cuchichean. Hablan sobre cómo les fue la tarde. Sobre que hicieron con el chico que les mola. Así lo dicen: molar. Yo considero que quien utilice esa palabra francamente está acabado. No creo que aquellos flechazos. En las relaciones que se forman con un simple “Hola” y “Adiós”. No creo que las relaciones en las que el uno no sabe nada sobre el otro. No creo en aquellas relaciones que surgen a través de un par de conversaciones por una red social. Yo creo en el amor. Cursi. Romántica. Lo soy. Prefiero creer en una mirada. En una sonrisa… Volvamos a las personas. Cotillean sobre personas ajenas a ellas. Quizás también me pueda considerar un poco cotilla. Pero no creo que, en su justa medida, sea nada malo. Más. Más personas. Chulos de barrio. Canis. Nada que decir sobre ellos. Foto aquí y allá. Recién levantada. En pijama. En bragas. En sujetador. En bikini. En la cama. Sobre un coche… todo sitio y situación es buena para hacerla foto. ¿Se miran en los espejos? He llegado a la conclusión de que no lo hacen. Pero para que hacerlo. Se creen guapas/guapos por liarse con unos y con otros, día sí, día también. No puedo. La gente así me exaspera. Cambiamos. Personas que se creen mejores que otras. Personas que gritan al oído del otro que es mejor. Que es más guapa. Más lista. Más simpática. Si de verdad lo son ¿Por qué lo gritan? ¿No se supone que todos lo deberían de saber? No entiendo a las personas así. No entiendo a la raza humana en general pero bueno, ese es mi problema. Te pisotean a la mínima. Lo hacen. Gritando. Literalmente. Piensan en voz alta. Egocéntricos. Inocentes. Creen que porque todo el mundo escuche su punto de vista lo comparten. No lo hacemos. Yo no lo hago. Pobres. Ingenuos. Se ponen en ridículo. Haciendo que todos escuchemos que se creen mejores. Pensamos en nuestra cabeza que no lo son. Quizás ellos lo digan. Pueden decir que han pensado primero en algo. Tú ya lo habías hecho. Ese problema lo resolviste hace tiempo. Callas. Dejando al egocéntrico en su inocente punto de vista. Todos sabemos que somos mejores que el otro. Lo creemos. Pero ¿Por qué gritarlo? Si de verdad lo somos alguien no tardara en reconocértelo. Alguien no tardara en halagar tus virtudes. ¿Por qué tiene que venir un creído a recalcar tus defectos? Él también los tiene. No hay más. Al menos no quiero recalcar a ninguna persona más. Llegas a tu destino. 6 horas de clase te esperan. Algunas insoportables. Aburridas. Pesadas. Otras más amenas. Se podría decir que incluso divertidas. 6 horas. Con descansos de 5 minutos entre unas y otras. Lo máximo, un recreo de 30 minutos. Necesarios. Útiles. Siempre está bien desconectar. Hablar y relajarte con tus amigas. Sacan una sonrisa a un día corriente. A un día sin sal. Te agarras a un terrón de azúcar para endulzarlo. Porque todos los días son iguales. Nunca te acuestas pensando: “Hoy ha sido un buen día. Un nuevo y fantástico día”. Espero poder hacerlo algún día. Espero poder acostarme pensando en lo maravilloso que ha sido el día de hoy. Quizás no este mirando al lugar correcto para encontrarlo. Quizás nadie lo haga. Pero ¿Dónde está el manual para encontrar el día perfecto? No lo hay. Una mirada. Una sonrisa. Una palabra bonita. Una mano en el hombro cuando algo va mal… Solo hay que buscar eso. Pequeñas perfecciones para un día perfecto.