Batalla sin armas


Suspira, cierra los ojos y calla
al llegar la tormenta abrasadora.
Tormenta que sin piedad mueve
y hace temblar su alma.

Tras ella la noche intranquila
la cual ni consuela ni calma
el collar de perlas
que en sus mejillas arrastra.

Aparece curiosa el alba
pasada la oscura negrura.
Y los últimos golpes resiste,
mas cansada ella se rinde.

Afronta dignamente su derrota
y así gana su ansiada victoria.
¡Y ahora, pequeña mía,
respira, sonríe y habla!